La COP 26
Cada vez más, el cambio climático nos va recordando la urgencia de actuar para evitar que el mundo se convierta en un lugar imposible para la vida humana. En semanas recientes, ha llamado la atención la advertencia de que el planeta se acerca al peligroso límite de los 1,5 grados de calentamiento global y que el pasado mes de julio ha sido el más cálido desde que hay registros, una muestra de que la crisis climática es una realidad.
El acuerdo de Paris, firmado en el año 2015, estaba supuesto a ser la hoja de ruta para enfrentar el cambio climático. Sin embargo, apenas 97 países han presentado sus planes nacionales de acción climática, menos de la mitad de los que firmaron el Acuerdo. Y lo que es peor, no se observa un verdadero compromiso por parte de los países del G20 con la reducción de las emisiones mundiales, a pesar de que son los 20 países que representan el 80% de las emisiones mundiales.
Tampoco se ha cumplido con la promesa financiera de movilizar 100 mil millones de dólares anuales para apoyar las necesidades de los países en desarrollo, una meta que la pandemia del COVID-19 ha hecho aún más difícil de cumplir.
En ese contexto, el mundo se prepara para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26), que se realizará en Glasgow, Escocia, Reino Unido, en noviembre próximo.
Para la República Dominicana, la cita es de una importancia fundamental. Al estar colocados en el trayecto de los huracanes, enfrentamos un reto adicional al de otros países, que se agrava cada vez más por el calentamiento global. Las lluvias se hacen más impredecibles, los fenómenos atmosféricos resultan más devastadores, las sequías más extremas y frecuentes.
Pero, además, al ser un país en vías de desarrollo, requerimos del apoyo de la cooperación internacional para realizar las inversiones necesarias que sirvan para enfrentar el cambio climático. A una voz, todos los países deben solicitar al G20 cumplir con los acuerdos de Paris del 2015 y priorizar el financiamiento de estas acciones.
Solo así podremos responder al reto climático a la velocidad que la ciencia nos indica, si es que queremos conservar un planeta en el cual vivir. El cambio climático es una amenaza para el desarrollo, para las iniciativas sociales, para el avance de la economía y, en general, para el bienestar de los ciudadanos.
Hay que actuar porque las señales están ahí, la ciencia las ha interpretado de la manera correcta y ha puesto en atención a todos los líderes mundiales sobre la necesidad impostergable de actuar. La COP26 será una cita decisiva para mantener vivos los objetivos acordados en París en el 2015. Necesitamos el mismo espíritu de colaboración y coordinación con el que nos enfrentamos a la pandemia del COVID-19, porque el cambio climático es, también, una crisis de igual magnitud.
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