Pekín, (EFE).- China siguió hoy informando de apenas cinco muertes por covid pese a la rápida propagación del virus tras la retirada de restricciones, una situación que ha provocado dudas sobre si el Gobierno está revelando el número real de víctimas.
La Comisión Nacional de Sanidad anunció el lunes dos muertes por la enfermedad, mientras que hoy registró otras cinco, las primeras desde el día 3, justo antes de que el Gobierno relajara su estricta política ‘cero covid’ y, entre otras medidas, permitiese a los contagiados aislarse en sus hogares en lugar de ser recluidos en centros de aislamiento, como venía sucediendo desde hace tres años.
El cambio de estrategia se produjo tras las inéditas protestas que estallaron en varias ciudades chinas por el agotamiento que generaron las restricciones impuestas para contener los rebrotes.
No obstante, la demolición de la política ha dejado al país prácticamente paralizado, con calles vacías y un alza de contagios que, sin embargo, no se refleja en las estadísticas oficiales -China informó este martes de solo 2.722 nuevos casos-, una vez abandonadas las pruebas PCR a las que los residentes debían someterse varias veces por semana para poder acceder a establecimientos públicos.
Sin embargo, muchos en el país asiático sospechan que las estadísticas oficiales tampoco están registrando el número real de fallecidos por covid que se habrían sucedido en las últimas semanas.
Oficialmente, China ha anunciado 5.242 muertes por covid desde que comenzó la pandemia, incluyendo los decesos registrados ayer y hoy, entre una población de más de 1.400 millones de personas.
Vídeos compartidos en las redes sociales muestran largas colas en los crematorios de ciudades como Pekín, mientras que algunos usuarios de Weibo, equivalente a Twitter, aseguran que «es imposible» que el número de bajas ofrecido sea real.
«Sé de mucha más gente que ha fallecido en los últimos días al margen de esas cifras que vemos en las estadísticas», comenta un usuario, mientras que otro hace cálculos y asegura que en Pekín, donde viven más de 20 millones de personas, morirán al menos 15.000 residentes durante este invierno.
«La estadística está incompleta. ¿Por qué?», se pregunta otro.
En ese sentido, el diario privado Caixin aseguró recientemente que las autoridades han cambiado la manera en la que clasifica las muertes por el virus «para asegurarse que el deceso se debe a la covid y no a enfermedades subyacentes».
Por su parte, el Gobierno defiende que ha salvado millones de vidas gracias al ‘cero covid’ y, según la televisión estatal CGTN, si bien la tasa global de mortalidad durante los tres años de la pandemia es del 1,03 %, «en China es menor, del 0,31 %», gracias a su dura estrategia para protegerse del virus pese a los efectos que ha tenido sobre la economía y el hartazgo social.
CONFINADOS EN CASA
La realidad es que la explosión de casos ha dejado a miles de personas con síntomas «autoconfinadas» en casa, mientras algunas ciudades han tenido que transformar las omnipresentes cabinas de pruebas PCR en puestos de atención a pacientes con fiebre o de venta de medicamentos y material sanitario.
«El Gobierno decidió abrir totalmente sin haber hecho acopio suficiente de medicinas, y ahora la gente no se atreve ni a salir a la calle para comprarlos. Tienen que asegurarse que todo el mundo pueda acceder a ellos», señala otro usuario en Weibo.
Al margen, las autoridades se preparan para hacer frente a la siguiente oleada de contagios, prevista según los expertos chinos para las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, la mayor migración anual del mundo y que en 2023 caerán entre el 21 y el 27 de enero.
Así, el Ejecutivo ya ha pedido a los Gobiernos locales que den prioridad a los servicios de salud en las zonas rurales «para proteger a la población», señalando «su relativa escasez de recursos de atención médica», la alta movilidad durante las vacaciones y los viajes de los trabajadores migrantes que regresan a sus lugares de origen.
El Gobierno chino aseguró a principios de este mes que se daban las «condiciones» para que el país ajustara sus medidas ante una «nueva situación» en la que el virus provoca menos muertes, aunque también anunció un plan para acelerar la vacunación de los ancianos, uno de los grupos más vulnerables pero a la vez más reticentes a inocularse.
La prensa oficial comenzó igualmente hace unas semanas a minimizar el riesgo de la variante ómicron a través de numerosos artículos y entrevistas a expertos, un giro de argumento que acompañó a la relajación de algunas de las medidas más estrictas de la política de ‘cero covid’.
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